El cáncer de tiroides es una enfermedad que, aunque no es de los tipos de cáncer más comunes, ha ido en aumento en las últimas décadas, en parte gracias a mejoras en los métodos de diagnóstico. Afortunadamente, también es uno de los cánceres con mejor pronóstico si se detecta a tiempo. Por eso, conocer sus síntomas iniciales puede marcar una gran diferencia.
La tiroides es una glándula en forma de mariposa ubicada en la parte frontal del cuello, justo debajo de la laringe. Su función principal es producir hormonas que regulan el metabolismo, el ritmo cardíaco, la temperatura corporal y otras funciones esenciales.
¿Qué es el cáncer de tiroides?
El cáncer de tiroides ocurre cuando las células de esta glándula comienzan a crecer de manera descontrolada. Existen varios tipos de cáncer de tiroides, siendo los más comunes el papilar y el folicular, ambos con altas tasas de supervivencia.
Primeros síntomas a los que debes prestar atención
En etapas tempranas, el cáncer de tiroides puede no causar síntomas evidentes, lo que dificulta su detección. Sin embargo, hay señales a las que conviene estar atentos:
1. Bulto en el cuello: uno de los síntomas más frecuentes es la aparición de un nódulo o masa en la parte frontal del cuello, que muchas veces se detecta al mirarse al espejo, al abotonarse una camisa o durante un examen físico de rutina.
2. Ronquera o cambios en la voz: un cambio persistente en la voz, especialmente si se vuelve más ronca, puede ser una señal de que algo está afectando las cuerdas vocales o los nervios cercanos a la tiroides.
3. Dificultad para tragar: si el tumor comienza a presionar el esófago, puede dificultar la deglución de alimentos o incluso líquidos.
4. Dificultad para respirar: en casos más avanzados, el crecimiento del tumor puede presionar la tráquea, causando sensación de falta de aire o dificultad para respirar al acostarse.
5. Dolor en el cuello o la garganta: aunque menos común, algunas personas pueden experimentar dolor que se irradia hacia la mandíbula o los oídos.
¿Qué hacer si notas estos síntomas?
Es importante recordar que muchos de estos síntomas también pueden estar relacionados con otras afecciones benignas (como nódulos tiroideos no cancerosos o infecciones). Sin embargo, si persisten por más de unas semanas, es recomendable consultar a un médico o endocrinólogo.
El diagnóstico suele comenzar con una ecografía del cuello, seguida, si es necesario, de una biopsia con aguja fina para analizar el tejido.
Prevención y detección temprana
No existe una forma segura de prevenir el cáncer de tiroides, pero llevar un control médico regular y estar atentos a los cambios en el cuerpo puede ayudar en la detección precoz. Las personas con antecedentes familiares de enfermedades tiroideas deben prestar especial atención y realizarse controles periódicos.
Aunque el cáncer de tiroides puede ser silencioso al principio, estar alerta a los primeros síntomas puede facilitar un diagnóstico temprano y un tratamiento más efectivo. Un simple chequeo puede marcar la diferencia. No subestimes las señales de tu cuerpo: si algo no parece normal, lo mejor es consultar con un especialista.