
El cáncer de colon, también llamado colorrectal cuando incluye el recto, es uno de los más comunes en la población. En España, por ejemplo, fue el tumor más diagnosticado en 2023 con 42.721 casos nuevos. Además, representa la segunda causa de muerte por cáncer en el país, lo que refleja su gravedad. La buena noticia es que, si se detecta a tiempo, el pronóstico mejora drásticamente: la supervivencia puede multiplicarse por seis y hasta un 90% de los pacientes pueden curarse cuando el cáncer se diagnostica en etapas iniciales.
A menudo, el cáncer de colon no produce síntomas claros en sus fases tempranas o estos pueden confundirse con trastornos digestivos benignos (como hemorroides o síndrome del intestino irritable). Por ello, es fundamental prestar atención a ciertas señales de alarma persistentes.
Síntomas de alarma del cáncer de colon
El cáncer de puede ocasionar uno o más de los siguientes síntomas típicos:
- Cambios en el hábito intestinal: aparición de diarrea, estreñimiento o un cambio en la consistencia/formato de las heces (por ejemplo, heces inusualmente estrechas) que se mantiene durante varios días sin causa aparente. Este desajuste continuo en la forma o frecuencia de las deposiciones puede indicar que algo obstruye o irrita el intestino.
- Sensación de evacuación incompleta: sentir la necesidad urgente de defecar incluso después de haber evacuado. La persona tiene la impresión de que el intestino no se vacía por completo, generando ganas frecuentes de ir al baño, aunque ya haya ido.
- Sangrado rectal: presencia de sangre roja brillante al evacuar. Puede notarse sangre en el papel higiénico, en el inodoro o mezclada con las heces. Este sangrado visible (también llamado rectorragia) es una señal de alarma importante, ya que indica sangrado en la parte baja del intestino grueso.
- Heces muy oscuras o negras: materia fecal de color negro o marrón muy oscuro (a veces con olor más fuerte de lo habitual). Estas heces ennegrecidas pueden deberse a sangre digerida proveniente del intestino, lo que se conoce como melenas. Aunque a simple vista no se vea sangre roja, el color negro indica que puede haber sangrado interno más arriba en el colon.
- Dolor abdominal persistente: molestias frecuentes en el abdomen, como cólicos, retortijones o sensación de gases, que se presentan de forma regular y no remiten. Este dolor o malestar puede ir desde una sensación difusa de hinchazón hasta calambres abdominales fuertes, y suele indicar que algo irrita o bloquea el tránsito intestinal.
- Debilidad y cansancio: sensación de fatiga constante, falta de energía o mareos. En el cáncer de colon, esto a menudo es consecuencia de una anemia ferropénica, provocada por la pérdida crónica de sangre en el intestino. Es decir, el tumor puede sangrar poco a poco y el cuerpo, al perder hierro, desarrolla cansancio inusual, palidez en la piel o dificultad para concentrarse.
- Pérdida de peso inexplicable: adelgazamiento involuntario en poco tiempo, sin haber hecho dieta ni cambios en los hábitos de vida. Bajar varios kilos de forma repentina y sin razón aparente puede ser un signo de que el cuerpo está gastando mucha energía combatiendo una enfermedad o que el tumor está afectando el apetito y la absorción de nutrientes.
Es importante destacar que estos síntomas no siempre significan cáncer. Muchas veces pueden ser causados por afecciones más comunes y menos graves, como infecciones gastrointestinales, hemorroides o enfermedad inflamatoria intestinal. Sin embargo, no deben ignorarse: si alguno de estos problemas persiste por más de unos días o semanas, o va empeorando, es fundamental consultar con un médico para determinar su causa y recibir tratamiento adecuado en caso necesario. La detección temprana de la causa subyacente puede marcar la diferencia, especialmente si se tratara de un cáncer.
La importancia de la detección precoz
Las investigaciones han demostrado que la mayoría de los cánceres de colon se originan a partir de pólipos que crecen lentamente a lo largo de años. Las pruebas de detección, como la colonoscopia, permiten identificar y eliminar estos pólipos antes de que se vuelvan cancerosos, evitando así su progresión a un tumor maligno. En otras palabras, el cribado (screening) puede prevenir el cáncer de colon al encontrar y tratar las lesiones precancerosas.
La detección precoz es crucial porque el cáncer de colon puede desarrollarse durante mucho tiempo sin presentar síntomas evidentes. Por eso, los sistemas de salud de muchos países (incluida España) recomiendan realizar pruebas de cribado regulares a partir de cierta edad en personas de riesgo promedio, aunque se sientan sanas. En España, por ejemplo, existe un programa de cribado de cáncer colorrectal dirigido a adultos de 50 a 69 años, que ofrece un sencillo test de sangre oculta en heces cada dos años, y colonoscopia de seguimiento si el test resulta positivo. Estas pruebas permiten detectar indicios de cáncer incluso antes de que haya síntomas, lo que ha demostrado reducir la mortalidad al diagnosticar la enfermedad en fases iniciales, cuando el tratamiento es más efectivo.
La colonoscopia, en particular, es una herramienta muy valiosa. Durante este examen, el especialista puede visualizar el interior del colon y el recto en busca de pólipos o áreas anómalas. En la mayoría de los casos en que se realiza una colonoscopia de cribado tras un test positivo, los hallazgos son pólipos benignos que se pueden extirpar en el mismo momento de la exploración, reduciendo considerablemente el riesgo de que en el futuro se desarrolle un cáncer.
En una minoría de casos, la colonoscopia detecta cánceres en estadios muy iniciales, antes de que la persona haya notado síntoma alguno, lo que ofrece un pronóstico de curación mucho mejor Gracias a este enfoque preventivo, la supervivencia del cáncer colorrectal ha mejorado en las últimas décadas.
Acudir al médico de forma preventiva
En un tono preventivo, los especialistas aconsejan no esperar ante las señales de alarma. Debe acudirse al médico si se presenta cualquiera de los síntomas mencionados de forma persistente o progresiva. En particular, la presencia de sangre (roja o negra) en las heces, los cambios en el ritmo intestinal que duren más de unas pocas semanas (por ejemplo, más de 4 a 6 semanas seguidas), la pérdida de peso involuntaria o el cansancio inexplicable, así como un dolor abdominal continuo, son motivos claros para buscar evaluación médica sin demora. Incluso si se tiene sospecha de que puede deberse a algo benigno, solo un profesional podrá descartar o confirmar con pruebas específicas la causa exacta (ya sea un pólipo, una úlcera, colitis u otra condición) y, en su caso, iniciar el tratamiento adecuado lo antes posible.