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El glaucoma es una patología ocular caracterizada, principalmente, por la elevación de la presión intraocular, lo que conlleva un daño progresivo en el nervio óptico. Esta afección es particularmente insidiosa ya que, en sus etapas iniciales, puede no presentar síntomas notables, lo que lleva a que a menudo se le denomine "el ladrón silencioso de la vista". La importancia de esta enfermedad radica en que es una de las principales causas de ceguera irreversible en el mundo.

Tan solo en España, el glaucoma afecta, aproximadamente, a un 2% de la población mayor de 40 años, según datos de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO). Esta prevalencia aumenta con la edad, siendo más común en personas mayores de 60 años. Sin embargo, no es exclusivo de este grupo etario, ya que existen diferentes tipos de glaucoma que pueden afectar a todas las edades, incluyendo a recién nacidos y niños.

¿Cuáles es la sintomatología y el tratamiento del glaucoma?

Los síntomas del glaucoma varían dependiendo del tipo y la etapa de la enfermedad. En sus fases iniciales suele ser asintomático. Sin embargo, en etapas más avanzadas, los pacientes pueden experimentar pérdida gradual de la visión periférica, visión borrosa, dolor ocular, enrojecimiento de los ojos, y en casos graves, pérdida de la visión central.

La detección precoz del glaucoma es fundamental para prevenir la pérdida de visión. Actualmente, existen diversas pruebas diagnósticas que permiten identificar la enfermedad en sus etapas más precoces. Estas incluyen la medición de la presión intraocular, la evaluación del nervio óptico y pruebas de campo visual. Es recomendable que las personas mayores de 40 años se realicen exámenes oftalmológicos regulares, especialmente si tienen factores de riesgo como antecedentes familiares de glaucoma, diabetes, miopía elevada, o uso prolongado de corticosteroides.

El tratamiento del glaucoma busca principalmente reducir la presión intraocular para evitar o minimizar el daño al nervio óptico. Este tratamiento puede incluir medicamentos en forma de gotas oculares, terapia láser o, en casos más severos, cirugía. Aunque el glaucoma no es curable, el tratamiento adecuado puede detener o ralentizar significativamente la progresión de la enfermedad y la pérdida de visión.

El especialista encargado de diagnosticar, tratar y hacer seguimiento del glaucoma es el oftalmólogo. Este profesional de la salud ocular está capacitado para realizar los exámenes necesarios y proporcionar el tratamiento más adecuado para cada caso.

En definitiva, el glaucoma es una enfermedad ocular seria que puede llevar a la pérdida irreversible de la visión si no se detecta y trata a tiempo. La concienciación sobre la importancia de los exámenes oftalmológicos regulares y el conocimiento sobre los factores de riesgo son clave para su prevención y manejo. Con tratamientos adecuados y seguimiento médico, es posible controlar el glaucoma y preservar la calidad de vida de los pacientes.