
La tuberculosis, una de las enfermedades infecciosas más antiguas de la humanidad, ha marcado la historia de la medicina. Aunque en las últimas décadas se ha avanzado enormemente en su tratamiento y control, muchos se preguntan si realmente podemos considerar la tuberculosis una enfermedad erradicada, especialmente en el mundo occidental. Aunque las tasas de mortalidad por tuberculosis en países desarrollados han disminuido considerablemente, esta enfermedad sigue siendo un reto de salud pública en algunas áreas del mundo occidental, aunque de forma menos visible.
Un avance significativo, pero ¿es suficiente?
En el siglo XX, el descubrimiento de los antibióticos, como la estreptomicina, y la creación de programas de control en países desarrollados, permitió reducir la prevalencia de la tuberculosis de manera drástica. En muchas naciones del mundo occidental, la tuberculosis parecía estar bajo control, con cifras de incidencia en descenso y tasas de curación elevadas. Los esfuerzos de vacunación y la mejora de las condiciones de vida también contribuyeron a la erradicación aparente de la enfermedad.
Sin embargo, el progreso no ha sido universal. Aunque los países más avanzados han logrado reducir la tasa de incidencia de tuberculosis, no se puede decir que la enfermedad haya desaparecido completamente. En 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que hubo aproximadamente 10 millones de casos nuevos de tuberculosis en todo el mundo, de los cuales más de 500.000 fueron en países de altos ingresos. Por lo tanto, la tuberculosis sigue siendo una amenaza, aunque su manifestación en los países occidentales se presenta de una manera más controlada.
Resurgimiento de la tuberculosis multirresistente
Uno de los mayores desafíos en el control de la tuberculosis es el fenómeno de la tuberculosis multirresistente (MDR-TB), que se ha convertido en una preocupación creciente incluso en el mundo occidental. La resistencia a los medicamentos ha hecho que los tratamientos sean más largos, complejos y costosos y, en algunos casos, la enfermedad ya no responde a los tratamientos disponibles. Este resurgimiento de cepas resistentes a los fármacos pone en evidencia que aún puede ser una amenaza, incluso para los sistemas de salud más avanzados.
La causa principal de la tuberculosis resistente a los medicamentos es el uso inadecuado o incompleto de los tratamientos. Esto puede ocurrir debido a la falta de diagnóstico temprano, a la discontinuidad del tratamiento o incluso a la automedicación. En este sentido, la aparición de cepas resistentes en países con recursos avanzados plantea interrogantes sobre las estrategias de prevención y tratamiento, incluso en contextos con un sistema sanitario de alta calidad.
Un problema de grupos vulnerables
Aunque la tuberculosis está menos extendida en la población general de los países occidentales, sigue afectando a ciertos grupos vulnerables, como personas sin hogar, personas con VIH/SIDA, inmigrantes de países con alta prevalencia de tuberculosis y aquellos con condiciones de salud subyacentes como la diabetes. Estos grupos tienen un mayor riesgo de desarrollar formas graves de tuberculosis debido a factores como la falta de acceso a la atención médica adecuada, condiciones de vida deficientes o un sistema inmunológico comprometido.
El aumento de los viajes internacionales también ha facilitado su propagación entre fronteras, lo que subraya la importancia de mantener estrategias de prevención y control eficaces, incluso en países desarrollados.
El papel de la prevención y el diagnóstico
La clave para erradicar por completo la tuberculosis radica en el diagnóstico temprano y en la prevención. La introducción de programas de cribado en grupos de riesgo, el fortalecimiento de los sistemas de salud, la promoción de la adherencia al tratamiento y la mejora del acceso a los medicamentos son esenciales para erradicar la tuberculosis, incluso en países con altos estándares de atención médica. Además, la innovación en los tratamientos y las vacunas es vital para combatir las cepas resistentes.
El sistema de salud en los países occidentales debe seguir siendo vigilante y proactivo. Aunque los avances son notables, no debe ser vista como una enfermedad erradicada, sino como una amenaza persistente que requiere atención constante. La educación, la investigación y la mejora de los sistemas de salud son la clave para seguir avanzando en la lucha contra la tuberculosis.